El discurso de la divina proporción podría resumirse en una sola propuesta: la arquitectura (como todo el arte) debe reflejar la estructura matemática del Universo. La proporción matemática, principio universal y objetivo de belleza, debe convertirse en punto de referencia obligado para todo arte.
En correspondencia con la Trinidad
Luca Pacioli mandó copiar tres códices, de los que sólo se conservan en la actualidad el existente en la Biblioteca Ambrosiana de Milán y el que fue dedicado al Duque de Milán Ludovico il Moro, en la Biblioteca Civica de Ginebra.
La edición princeps de De Divina Proportione vio la luz a primeros de junio de 1509 en Venecia, en los talleres de Paganius Paganinus. Incluye, además del manuscrito dedicado a Ludovico il Moro, dos obras: Tractato de la architectura y Libellus in tres partiales tractatus divisus, traducción en vulgar del códice de Piero della Francesca De corporibus regularibus. A su vez, recoge un pequeño tratado con instrucciones para construir un alfabeto basado en el cuadrado y en el círculo y en la aplicación de la divina proporción.
La divina proporción surgió en relación con el descubrimiento de los números irracionales por los pitagóricos y es Pacioli quien le da esa denominación, debido a las semejanzas que encontraba entre la proporción y la divinidad: es una sola y no más; una misma proporción se encontrará siempre entre tres términos, en correspondencia con la Trinidad; no puede explicarse ni definirse, siempre es oculta y secreta; es invariable y confiere, según Platón, el ser formal al cielo mismo, atribuyéndole la figura del dodecaedro. El ejemplar de la primera edición que custodia la Biblioteca Nacional procede de la Biblioteca de Felipe IV.
Pacioli y Leonardo
En 1496, y tras una invitación del duque Ludovico Sforza, Luca Pacioli se trasladó a Milán para enseñar matemáticas. Por esta misma época, Leonardo da Vinci se encontraba también en la capital lombarda, al servicio del duque, para quien realizaba una estatua ecuestre. Pacioli entabló muy pronto con Leonardo una gran amistad, que quedó reflejada en los elogiosos comentarios que le dedicó en algunas de sus obras, y en el cariñoso tratamiento de “querido Leonardo”. Así describe Pacioli a su amigo en De Divina Proportione: “el más excelente pintor de perspectiva, arquitecto, músico, y un hombre que conoce todas las virtudes”.
Fruto de esta amistad fueron, sin duda, los sesenta dibujos de los cuerpos regulares que Leonardo realizó para De Divina Proportione. Estos dibujos pretendían facilitar la comprensión del texto, así lo indica Pacioli en una epístola de 1509 a Pietro Soderini: “…incluí en él esquemas hechos por la mano de nuestro Leonardo da Vinci, para serlo más instructivo a la vista”.
Madrid. De Divina Proportione. Biblioteca Nacional [1].
Hasta el 31 de agosto de 2009.