Para Oyarzun, la complejidad del entramado de la realidad se muestra en dos dimensiones, con formas y colores; “es lo enigmático y prodigioso de la creación abstracta apoyada en la gestualidad que imprime el cuerpo con el trazo”. Su pintura nace de la espontaneidad.
El artista y su obra
La evolución del artista en los últimos tres años le ha llevado a trabajar con materiales transparentes, de tamaños y formas dispares, que le han permitido situar sus representaciones en otra dimensión para habitar el espacio. El origen de cada cuadro está en la elaboración de sus pinturas, mezclar arena o tierra y encontrar el punto de liquidez que requiere la obra para establecer una conexión entre la naturaleza y el espectador.
La pintura son formas, líneas y materia. En cuanto al color, Oyarzun considera que pocos colores dan sobriedad y fuerza al cuadro y la presencia de espacios en blanco permiten respirar a la obra. La verticalidad es otra de sus preferencias.
Sus cuadros representan figuras abstractas, casi siempre individuales, y, según el propio autor, el formato vertical se ajusta mejor a este "género". Además, considera que el formato vertical expresa estar de pie, en acción, posiciones que se ajustan a su carácter.
Idioma propio Siguiendo la opinión de Rotko, que sostenía que “la abstracción le permitió decir, simplemente, cosas complejas”, Oyarzun explora con sus pinceles dos aspectos decisivos en una creación: forma y color. Con ellos se sumerge en lo enigmático y prodigioso de la creación abstracta. En este sentido, declara que “el artista, cuando su proyecto está vertebrado, debe dar una nueva versión o representación de lo existente y aportar su idioma propio”. |
Madrid. Javier Oyarzun. Habitar el espacio 3. Galería Dionis Bennassar [1]. San Lorenzo, 15.
Del 2 al 30 de abril de 2009.