El lienzo La Última Cena, inspirado en un original de Rubens en el que también se inspiró el pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo para su cuadro del mismo nombre, es un óleo de caballete de la escuela sevillana que se encontraba muy deteriorado. En este caso se ha procedido a reentelar la obra, sustituyendo el bastidor; lijar el estuco hasta el nivel original, ya que se había detectado una mala adhesión del mismo y, por tanto, un riesgo de levantamiento y pérdida de estos tejidos; una limpieza de la superficie pictórica, una reintegración cromática y, por último, un proceso de protección final mediante la utilización de un barniz orgánico.
En la otra pieza, el marco barroco, tallado en madera de pino y dorado en pan de oro fino de finales del mismo siglo XVIII, se habían detectado fisuras en determinadas zonas, deterioro en el estuco, el barniz y el pan de oro, así como pérdidas de este material en las zonas más prominentes de la obra. De esta manera, en el proceso de restauración se ha procedido a fijar las piezas, reintegrar con resina las grietas y fisuras y lijar el estuco hasta el nivel original; limpiado la superficie dorada y realizando un barnizado sintético final para evitar un posible deterioro de la pieza.