Agustí Centelles (El Grao, Valencia, 1909-Barcelona, 1985) fue un testigo excepcional de nuestra guerra, que cubrió tanto en primera línea como en la retaguardia. Durante el conflicto estuvo permanentemente en activo: los bombardeos de Lleida, la destrucción de Belchite, la evacuación de heridos, la asistencia a la infancia en la retaguardia, las trincheras, los combatientes…
Centelles trabajó desde el bando republicano y su significación política le obligó al exilio en Francia en 1939, donde pasó varios meses en el campo de concentración de Bram, cuyo terrible día a día documentó con su cámara.
El archivo escondido en una maleta
Cuando en 1939 Centelles emprendió el camino del exilio llevaba consigo una gran maleta de piel. En ella viajaban su Leica y unos 4.000 negativos, su archivo personal. En 1944, a su vuelta del exilio, confió el material a una familia campesina de Carcasona que le había acogida en su casa.
En 1946, tras pasar dos años en Reus, regresó a Barcelona y se presentó ante las autoridades. Fue juzgado y quedó en libertad condicional. Su pasado político le impidió dedicarse de nuevo al fotoperiodismo por lo que se decantó por la fotografía industrial y publicitaria, realizando encargos para productos como Chupa Chups o Anís del Mono.
A la muerte del dictador, viajó hasta el país vecino y recuperó sus negativos. Fue entonces cuando comenzó su reconocimiento público. Las imágenes volvieron a exponerse y Centelles se convirtió en un símbolo de los fotoperiodistas de guerra. En 1984, el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Fotografía. En la actualidad sus hijos, Sergi y Octavi, se dedican a dar a conocer la obra de su padre.
París. Journal d’une guerre et d’un exil, Espagne-France, 1936-1939. Jeu de Paume [1].
Del 9 junio al 13 de septiembre de 2009.
Comisarios: Miquel Berga y Manuel Cirauqui.