Bernard Plossu estudió en París y en 1958 comenzó a recorrer el mundo realizando sus primeras fotografías con una Brownie Flash con la que inmortalizó los paisajes del Sahara, Chiapas (México) o del Oeste estadounidense. Además, a lo largo de dos años ha ido componiendo un archivo fotográfico con 370 instantáneas sobre Huesca que han pasado a formar parte de la colección del CDAN y que son las que ahora se exhiben en esta exposición.
Archivo de paisajes
La poesía, la fotografía, la literatura y la confrontación de miradas se dan de la mano en el trabajo de Plossu. Las repetidas visitas a Huesca permiten entender este trabajo como un archivo de paisajes, como un cuaderno de lugares, pero, sobre todo, como una serie de sensaciones atrapadas desde una observación melancólica que busca lo esencial de las cosas.
Recorrer un mapa, atravesar un territorio, reconocer un lugar, mirar una piedra, subir a una montaña, espiar a un pájaro, bajar un barranco, no dejar huellas, visitar caminos, andar y construir un paisaje. Plossu siente la necesidad natural de moverse para entender el mundo. Atraviesa el territorio de Huesca de este a oeste, se pierde física y emocionalmente por la peculiaridad paisajística del piedemonte del Pirineo, una unidad de tránsito entre los relieves de la depresión del Ebro y las Sierras Exteriores pirenaicas. Las sierras, como él las llama desde su primera visita, se desvelan ante el recién llegado con la emoción de estar ante una superficie todavía infinita.
Caminar a ritmo lento
En la exposición se muestra una mirada y un caminar a ritmo lento que provoca en el artista una apertura de sus sentidos para captar todo lo que puede ofrecer el territorio oscense; de ahí el detallismo y la minuciosa descripción de las rutas, quizás su interpretación de lo que observa, un paisaje subjetivo, que lo construye con la repetición, a veces casi obsesiva, de un mismo motivo contemplado desde el mismo sitio.
Desde su primer viaje a Níger en 1975, Plossu renuncia a la ampliación y también al color, realizando todas sus fotografías en blanco y negro y con un objetivo de 50 milímetros. Ir de lo grande a lo pequeño, según Plossu, es su principio para tomar sus fotografías; de ahí el pequeño formato elegido para este archivo, miniaturas de 7 x 11 centímetros e imágenes de 17 x 23, una mirada íntima sobre el paisaje que obliga al espectador a sentir que está en el objetivo de la cámara en el momento del disparo.
Precisamente el CDAN, vivo ejemplo de asimilación de la naturaleza como esencia de la propia arquitectura, es un espacio abierto obra del arquitecto Rafael Moneo que remite a la idea del paso del tiempo, en la que las formas del paisaje se van modificando y construyendo su telón de fondo con los accidentes geográficos protagonistas del paisaje oscense, motivos que inspiraron al arquitecto.
Junto a la exposición se ha publicado un catálogo que reúne textos del escritor Antonio Ansón, quién a lo largo de su carrera ha investigado sobre los vínculos entre fotografía y literatura, y ha acompañado a Plossu en algunas de sus caminatas por las sierras oscenses.
Huesca. Bernard Plossu. País de paisajes. CDAN. Centro de Arte y Naturaleza.
Hasta el 14 de junio de 2009.