La exposición muestra la importancia que siempre ha tenido en el trabajo de Ciria el tema de la cabeza, motivo central de su obra en los últimos tres años. Tanto como elemento geométrico o bien como evocación de la figura humana, la cabeza le proporciona una forma constante con la que puede realizar infinitos experimentos con el color, la línea y el gesto pictórico. Al fin y al cabo es en dicha variación en la que se fundamenta su obra y la que lleva aún más lejos sus exploraciones artísticas.
Emoción pura
Los cambios sustanciales en su obra, tanto en su estilo como en su temática, han ido paralelos al desplazamiento geográfico del estudio y residencia del artista de Madrid a Nueva York en 2005. Impactante, intensa y en constante evolución, la pintura de Ciria revela a un artista que responde a su entorno usando un lenguaje pictórico basado en la emoción pura. Aunque sus propuestas pictóricas varíen, siempre emerge la singularidad en su enfoque, que se pone de manifiesto en su comentario «siempre estamos haciendo la misma pintura”».
La exposición empieza con un bodegón en homenaje a la muerte de la pintura contemporánea titulado Vanitas (Levántate y anda) (2001), que incluye las imágenes icónicas de La Fuente (1917) de Marcel Duchamp y las obras textuales de Joseph Kosuth junto a los propios cuadros de Ciria. Dichos artefactos, ensamblados y dispuestos como en un archivador de cartas, sugieren la idea de una historia del arte inmovilizada y transmiten el deseo del artista de romper con el pasado.
Obras como Fragmentación de nubes I-V (2002) o la serie de La máscara de la mirada (1993-2005) denotan la experimentación del artista con la creación de motivos abstractos y la repetición como medio para descubrir las posibilidades del inconsciente. La serie de cabezas Rorschach presenta un único elemento figurativo como un medio para transmitir la emoción absoluta a pesar de las limitaciones espaciales impuestas por el formato del lienzo.
Volver a la figuración
Tras su traslado a Estados Unidos en 2005, Ciria empezó a crear la serie Post-Suprematista, inspirada en el pintor ruso Kazimir Malevich. Pretextos I-III (2006) muestra que el artista, como su predecesor ruso, eligió volver a la figuración –un estilo que usó por primera vez en los años ochenta– como medio para embarcar su obra rumbo a una nueva dirección. A pesar de este cambio, los trazos gestuales y la cuadrícula subyacente recuerdan sus trabajos previos y crean una tensión formal dinámica que es inherente a su práctica.
La serie del artista La Guardia Place lleva más allá su flirteo con la figuración tanto a través de la imagen como del texto, con obras como Perro colgado (2006) o Tres bailarinas (2007), evocando las temáticas tanto a través de sus títulos como de sus formas semi-abstractas.
El artista volvió a la abstracción pura en su Tríptico para la tradición española (2006), un homenaje al pueblo español que recuerda a Elegies (Elegías), obra del artista estadounidense Robert Motherwell. A caballo entre la figuración y la abstracción son varias las obras de gran tamaño ejecutadas por Ciria en 2009. Las formas esféricas de El Castillo de los Pirineos duplicado (2009), por ejemplo, recuerdan a las cabezas de principios de la década.
Valencia. Ciria. Conceptos opuestos (2001-2010). Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).
Del 13 de septiembre al 6 de noviembre de 2011.