Los resultados de esa aventura se manifestaron –casi en simultaneidad y a lo largo de una geografía tan amplia como interconectada– en aspectos tan diversos de la vida como la propaganda política e ideológica, la publicidad y los medios de comunicación, la arquitectura, el diseño urbanístico y de interior, las exposiciones, el teatro, el cine y la fotografía, entre muchos otros.
Dos importantes colecciones
Las obras de esta muestra provienen de dos importantes colecciones internacionales especializadas en diseño y tipografía de vanguardia, que por su criterio en la selección de obra y su amplitud pueden considerarse de rango museístico: la del estadounidense Merrill C. Berman y la del santanderino José María Lafuente.
La selección de las obras de ambas colecciones no se ha realizado solo de acuerdo a criterios históricos, sino desde un acercamiento transversal al espíritu transformador de las vanguardias y en torno al eje constituido por la articulación de las formas y los signos en el diseño gráfico de las vanguardias y la revolución tipográfica que éstas supusieron.
La exposición cuenta con un catálogo profusamente ilustrado en dos ediciones, española e inglesa, e incluye obras de de 250 artistas de 28 países: una larga nómina de tipógrafos y diseñadores de vanguardia, artistas y pioneros del diseño gráfico como Max Bill (1908-1994), Fortunato Depero (1892-1960), Oskar Kokoschka (1886-1980), El Lissitzky (1890-1941), Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944), Lászlò Moholy-Nagy (1895-1946), Liubov Popova (1889-1924), Aleksandr Ródchenko (1891-1956), Kurt Schwitters (1887-1948), Jan Tschichold (1902-1974) o Theo Van Doesburg (1883-1931), entre muchos otros.
El arte y su poder transformador Antes de que en el siglo XVIII advinieran las estéticas modernas y, con ellas, la autonomía de las bellas artes, puede decirse que todo arte fue, originariamente, “diseño”, es decir, arte “aplicada” a una función. Las artes, en efecto, han sido históricamente “artes aplicadas” a las más diversas funciones religiosas, políticas y sociales, desde el culto y la celebración, la representación del poder, la religión o la riqueza hasta la decoración y el descanso. Más adelante, algunos movimientos nacidos entre finales del XIX y principios del XX como la Secession vienesa o el movimiento “Arts and crafts” y, sobre todo, las vanguardias históricas —desde el futurismo y la Bauhaus al neoplasticismo, pasando por el constructivismo—, supusieron no solo una acentuación de la moderna autonomía del arte, sino también un intento generalizado y radical de volver a llevar el arte a todas las esferas de la vida, ésta vez no tanto para representarla u ornamentarla como más bien para transformarla y configurarla desde el ideal de lo nuevo. La Vanguardia quiso devolver el arte y su poder transformador al ámbito político y social, al mundo doméstico y al de la decoración y también a los textos del libro, la revista y el cartel, vehículos para la difusión de las ideas, de los que nunca había salido del todo, pero del que las estéticas y poéticas del arte puro, el esteticismo y el ideal de l’art pour l’art le habían alejado. |
Madrid. La vanguardia aplicada. Fundación Juan March.
Del 30 de marzo al 1 de julio de 2012.