Pintados entre 1640 y 1645, y después de un recorrido que probablemente los llevó a Sudamérica, los lienzos fueron adquiridos por el obispo Trevor en 1756 por 125 libras. La colección está formada por 13 piezas de idénticas medidas (1,98 x 1,01 m) y representan a los hijos de Jacob, personificación de las tribus de Israel: Aser, Dau, Isacer, Jacob, José, Judá, Leví, Zabulón, Simeon, Rubén, Neftalí y Benjamín. Aunque, según informa el castillo a través de su página web, el duodécimo hijo, Benjamín, no fue obra de Zurbarán sino de Arthur Pond, un artista, copista y crítico de arte del siglo XVIII.
Problemas financieros
La adquisición de las pinturas, que la iglesia anglicana puso a la venta para paliar sus problemas financieros, –decisión que recibió críticas generalizadas–, se ha canalizado a través de la Fundación Zurbarán, creada por Rüffer con el objetivo de que se exhiban en perpetuidad en este castillo del siglo XIII.
Los gestores eclesiásticos también han asegurado una segunda donación, –1.2 millones de euros de la Fundación Rothschild–, para el mantenimiento del castillo como centro cultural cuyo período de apertura al público será ampliado.
“Es una excelente noticia que los Zurbarán permanezcan en su histórica casa y que el castillo pueda ser accesible a más público”, declaró Nicholas Penny, director de la National Gallery de Londres, museo que prestará obras de su colección a esta residencia episcopal.