Esta muestra pretende reflejar la trayectoria pública y personal de uno de los principales protagonistas del período más trascendental de nuestra historia reciente y el valor de un Archivo, el General de la Administración, consagrado al servicio de los ciudadanos y los poderes públicos, como fuente primordial de investigación, cultura y memoria.

Para Azaña (1880-1940). Memoria del Hombre y la República se han seleccionado reproducciones de casi un centenar de documentos, fundamentalmente gráficos, procedentes de los fondos que custodia el Archivo y que, siguiendo un discurso eminentemente cronológico, se articulan en tres grandes bloques: Las raíces, Presidente e Imagen de la República.

Las raíces

Su objetivo es presentar el periodo menos conocido de la vida de Azaña. Nacido el 10 de enero de 1880 en el seno de una arraigada familia alcalaína, muy presente en la vida y la cultura local, recibe de su padre una clara vocación liberal y el gusto por las letras. Tras completar su formación académica, el joven Azaña se instala definitivamente en Madrid, ingresando por oposición en el Ministerio de Justicia (1910). Desde ese momento, combinará el ejercicio de la función pública con su vocación literaria, ya iniciada en las páginas de la revista alcalaína Brisas del Henares.

Desde el Ateneo, del que fue secretario entre 1913 y 1919, va forjando su conciencia política y sus dotes de orador, abriéndose camino en la vida pública. Su crítica al sistema de la Restauración le irá alejando de las posiciones del Partido Reformista, con el que romperá tras el golpe de estado de Primo de Rivera (1923). La connivencia de la monarquía con la nueva situación política le hará abrazar el ideal republicano, que ya nunca abandonará.

El Azaña político no empaña la figura del literato, que da muestras de su talento en revistas como La Pluma y España y obras como El jardín de los frailes o Vida de don Juan Valera, con la que obtiene el Premio Nacional de Literatura en 1926. Paralelamente, como líder del nuevo partido Alianza Republicana y presidente de un Ateneo que es en esos años altavoz del republicanismo, sus esfuerzos se centrarán en aglutinar las fuerzas opositoras del régimen. Cristalizarán en el llamado Pacto de San Sebastián y en la formación de un comité revolucionario que será protagonista del cambio político que se avecinaba.

Presidente

Las elecciones municipales de 12 de abril de 1931 trajeron consigo la proclamación de la República y, con ella, la formación de un gobierno en el que Manuel Azaña actuará como ministro del Ejército y, meses después, como presidente del Gobierno. Desde esta posición encabeza un vasto programa de reformas que se verán truncadas tras sucesivas crisis que le apartan del poder en septiembre de 1933.

Desde la oposición, intentará conciliar de nuevo a las fuerzas republicanas y socialistas, que bajo la forma de un Frente Popular triunfarán en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Manuel Azaña será nombrado poco más tarde presidente de una República inmersa, cada vez más irremediablemente, en una guerra perdida.

Imagen de la República

Manuel Azaña fallece el 3 de noviembre de 1940, en Montauban (Francia), pero con su muerte no desaparece el interés del régimen de Franco por controlar y rentabilizar todo lo que él representaba como imagen de la República, como muestran los testimonios documentales que cierran esta exposición.

La obsesión por hacerse con “los papeles de Azaña”, la represión que se cierne en torno a su familia, el control editorial de sus obras… La dictadura nunca dejó de interesarse por la figura –distorsionada desde antes incluso del estallido de la Guerra– de un hombre que debía representar a los más odiados enemigos del Nuevo Estado: separatismo, masonería, marxismo, ateísmo, la anti-España, en fin.

La campaña aperturista que el régimen inicia en la década de 1960 se refleja en la paulatina entrada en circulación de los textos de Azaña y, en definitiva, en una progresiva relajación de esa caricatura hostil, tal y como muestran los expedientes de censura de sus obras conservados en el AGA, resueltos por lo general de forma favorable.

Desde la transición democrática, la figura de Azaña ha dejado de ser motivo de confrontación, es reivindicada desde las más diversas opciones políticas y sigue suscitando el interés de los investigadores.

Alcalá. Azaña (1880-1940). Memoria del Hombre y la República. Archivo General de la Administración.

Del 3 de noviembre al 30 de diciembre de 2010.

Comisarios: Elena Cortes y Francisco Fernández.