Esta exposición forma parte de un proyecto en dos partes que reúne a seis artistas, tres en cada una de las colectivas, menores de cuarenta años, afincados en la península desde hace tiempo, aunque puedan haber nacido en el extranjero, que se sirven de la pintura para desarrollar un discurso sobre el presente, alejándose del auge y las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen actualmente.
Miguel Aguirre (Lima, 1973) centra su obra en el cuestionamiento de la representación. Se sirve de imágenes que extrae del medio periodístico y del mundo cinematográfico para elaborar una serie de instantáneas a partir de fragmentos que forman parte del imaginario común.
En esta muestra, Aguirre presenta una serie de obras en papel que se inscriben dentro de la serie Dramatization, término extraído, según el artista, de series televisivas americanas en las que se narran con mucho detalle situaciones límite. Encontramos referencias al mundo del cine para recrear conflictos tales como la dictadura militar argentina, el principio de la guerra de Yugoslavia o la primera Guerra del Golfo.
Por otra parte, en la exposición, pueden apreciarse dos obras pertenecientes a una nueva serie que Aguirre acaba de iniciar, en la que reflexiona sobre la connotación de religiosidad y aura mística que se le atribuye a ciertos elementos de la realidad y/o de la vida popular para dotarlos de sentido, y como la sociedad, alentada por los medios de comunicación, lo acepta y lo difunde hasta generar una leyenda mucho mayor.
Rubén Guerrero (Sevilla, 1976) realiza una investigación singular sobre la construcción de la imagen pictórica. En la exposición cuenta con una serie de obras realizadas por medio de superficies planas, que aparentemente niegan toda ilusión de profundidad, creadas a partir de una serie de espacios matéricos que construyen una escenografía que resulta tanto real como ficticia y a la vez mezcla elementos abstractos y figurativos, dotando a la obra de una connotación irreal que la hace mucho más críptica.
Guerrero acentúa la imagen subvirtiendo su sentido lógico y posicionando al espectador en un territorio indefinido desde el cual debe configurar el sentido de la obra a partir de las múltiples referencias reconocibles que el artista toma de la iconografía mediática, el cómic, la ilustración, la publicidad, el diseño, la fotografía y la televisión.
Miki Leal (Sevilla, 1974) estructura sus obras basándose en la cultura, a partir de fragmentos o referencias, de la música a la literatura, pasando por el paisaje o los símbolos iconográficos. En esta muestra se entrevé como sus temas provienen de diversas fuentes, incorporando elementos dispares en sus obras que sorprenden y desconciertan consiguiendo crear una relación directa con el espectador, fundamentada en las diferentes sensaciones que se producen delante de sus obras. Toma como referencia los más diversos iconos y símbolos culturales que procede a reelaborar desde una perspectiva tan irónica como onírica.
Su obra, de pincelada espontánea y realizada en base al color, está repleta de sugerencias y ritmo. Leal parte de referentes externos creando un espacio en el que la realidad y la ficción se confunden, generando una obra extraña y de fuerte atractivo visual. Se inspira en el instante para extraer imágenes de lo que le rodea, tanto a partir de referencias familiares como de situaciones presentes en su memoria.
En resumen, una selección de artistas que, si bien no forman parte de un grupo como tal, sí pertenecen a una misma generación, y comparten referentes comunes y una manera de encararse a la pintura a partir de elementos que provienen de la cultura, los medios de comunicación, las experiencias vivenciales y las situaciones que se desarrollan a su alrededor.
Barcelona. 3 under 40 (Part I). Marlborough Barcelona [1].
Del 17 de noviembre al 18 de enero de 2012.