«Lamentaré (aunque sea desde lejos) que este centro cultural eche el cierre de sus actividades aunque sea por un periodo de tiempo. Y la razón de mi disgusto, con seguridad compartido por sus antiguos administradores, tan competentes y celosos de la integridad del proyecto, no se limita al hecho de ser esta una obra que representa probablemente uno de los ejemplos recientes más expresivos de mi esfuerzo por sacar partido a las potencialidades del hormigón armado, y por defender una arquitectura más libre, menos estandarizada», escribe Niemeyer.

El arquitecto considera que el cierre del centro cultural «se trata también de la pérdida de un espacio fantástico para la promoción de eventos culturales de gran calibre y del diálogo siempre fecundo entere diferentes sectores (sin excluir la música y el cine), incluidas el arte contemporáneo y la arquitectura».

Oscar Niemeyer se solidariza con el director del centro, Natalio Grueso, y afirma que «jamás olvidará» la atención que tanto Grueso como su equipo le dispensaron a él y al arquitecto Jair Valera durante la ejecución de la obra. «Confío en que lo peor no acontezca y que Natalio y su equipo se mantengan al frente de la gestión de una obra que requiere entusiasmo, amor a la cultura y creatividad, todos estos elementos siempre presentes en la válida gente de España», finaliza Niemeyer.

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