Durante toda su carrera como creador, inventor y diseñador, Eliasson ha ido conquistando progresivamente tanto al sector de la crítica como al público en su versión más amplia. Hábil comunicador, sincero y muy generoso, cree en el poder social y la fuerza del arte.
Diferentes lecturas
Su obra hilvana dos lecturas, una más sencilla, o más bien directa y democrática, que se disfruta a través de los sentidos. Ésta es esencialmente fenomenológica en cuanto a su percepción activa definida por Merleu-Ponty. Olafur juega a desequilibrar nuestra sólida percepción visual y mirada construida, suministrada e impuesta por la cultura y demás convenciones y tácitamente aceptada por todos nosotros. Toda conciencia es conciencia perceptiva, y a través de sus obras, el espectador vuelve a apre(he)nder el exterior, el mundo, de manera novedosa, pura, directa.
La otra lectura, más compleja en cuanto a su ralea artística, es la derivada del contexto de la vanguardia del siglo XX, la cual ensarta a base de referencias y herencias, con coherencia y singularidad. Desde el constructivismo ruso, el minimal, el arte conceptual, la escultura concreta, el pop art o el arte cinético, trabaja sin limitarse a los aspectos más característicos de estos movimientos: lo tecnológico, reflexivo, aséptico e innovador.
Los combina y caldea con un sentimiento romántico y nórdico con el que se acerca a tratar la naturaleza y sus fenómenos (la niebla, el sol, la luz, el agua). Sin embargo, anula el factor de expresividad subjetiva, tendiendo siempre a una apertura universal. Consigue mezclar todos los elementos y disciplinas en busca de una especie de obra total, pero muy contenida, dejando de lado cualquier atisbo de ostentación vulgar y banal.
Eliasson y Berlín
La muestra mantiene una relación especial con la ciudad de Berlín, metrópoli con la que parece sentirse más que identificado en cuestiones como la preocupación por el medioambiente, la convivencia social participativa y su energía cultural. El ritmo de vida de la urbe, con sus particularidades arquitectónicas, paisajes urbanos y sociales, agitados con el perpetuo factor de lo inesperado y dinámico, está integrado en la obra de Eliasson, a la vez que obras suyas han estado aleatoriamente habitando sus rincones durante los meses previos, pasando desapercibidas para muchos de sus residentes.
Bicicletas con radios de cristal reflector, superficies verdosas tizadas, troncos de árboles siberianos hace tiempo rescatados en las costas islandesas, espejos colocados estratégicamente en esquinas, paredes o laterales de camionetas, absorbiendo, doblando y transformando la apreciación espacial de la cotidianeidad. Un vídeo recoge con ingenio y sencillez estas intervenciones en el espacio público.
Otra manera de jugar con ese adentro y afuera de la ciudad que declara el título (Innen Stadt Aussen) ha sido alojando a Berlín en la Martin-Gropius-Bau, literalmente a través de la fisicidad de grandes losas reales de granito de sus calles, componiendo un caminito pedregoso que da la bienvenida al espectador.
Propuestas y polémicas
En una de las salas, el autor despliega sobre una mesa de gran tamaño muchas de las maquetas en las que ha estado trabajando en su actual laboratorio-taller en el que se combina la investigación, experimentación, docencia y creación-producción, y donde participan y trabajan cerca de 30 profesionales de diferentes disciplinas (carpinteros, diseñadores, dibujantes, técnicos, estudiantes de arte). Sobre la mesa apreciamos una riquísima variedad de formas (prismas, esferas, espirales) y materiales (madera, metal, papel, vidrio); los placeres de la imaginación llevados a la realidad. La manera en la que se han dispuesto en la sala y la extraña luz que las baña, consigue hacer apreciar su conjunto como una obra de arte en sí.
Una de las obras más poéticas de la exposición, The Water Pendulum, tan sencillo y a la vez tan sugestivo. En una habitación donde la luz estroboscópica rompe la oscuridad, haciendo visible, a modo de diamantes, las gotas que se desprenden del chorro en movimiento por la presión de una manguera transparente. Consigue emular el hipnótico efecto del fuego, pues las formas dibujadas en el espacio nunca se repiten, aunque se encuadran en un ritmo y espacio concreto. La sensación al salir es de haber presenciado la aurora boreal. Materia prima natural, ingenio, sutileza y tecnología.
La exposición se completa con El Pabellón ciego, una instalación que recrea la obra presentada en la Bienal de Venecia de 2003, construida a base de cristales oscuros y transparentes en formas poligonales. Ubicada en Postdam, a las afueras de la ciudad, enriquece la idea del título, saliéndose del espacio expositivo e insertándola con afinidad en medio de un espacio silvestre dando cuerpo a su juego dual entre naturaleza y artificialidad tan propio de su corpus creativo.
Berlín. Olafur Eliasson: Innen Stadt Aussen. Martin-Gropius-Bau [1].
Hasta el 9 de agosto de 2010.