La muestra es una ocasión para contemplar en Madrid la pintura de un creador de gran coherencia y honestidad. Las creaciones de Sanjurjo se articulan en torno al sosiego y la reflexión, la serenidad y el misterio. Su vida y obra se dedican a un concienzudo análisis de lo sublime. El respeto a la materia y la austeridad son sus compañeras en este viaje artístico.

La disolución del yo

Sanjurjo asimila tanto la ruda materialidad del informalismo cuanto la desesperación existencial del expresionismo abstracto. No cae en la ritualización gestual sino que, progresivamente, va confiando en el comportamiento de la materia y en la intensidad que el color transmite, disolviendo el yo y evitando teatralizar la autoría.

Si en una cierta época las obras de este artista se oscurecían, ahora hay un regusto en los colores intensos. Sus pinturas tienen un carácter telúrico, seminal: son capaces de transmitir las más intensas sensaciones. Su desarrollo pictórico es, en última instancia, un proceso de esencialización cromática hasta llegar a sus últimas y contundentes presencias. Lo que persigue Sanjurjo es la pintura absoluta, donde la forma-color se expande y está a punto de ocuparlo todo.

Sus obras rememoran aquella aspiración rothkiana a que el cuadro fuera, más que un mero regodeo en las relaciones entre los distintos colores, un vehículo para expresar estados de ánimo. Esta pintura concienzuda, que ha transitado desde los paisajes magmáticos de los setenta a las manchas eufóricas actuales, responde a la heroica búsqueda estética de lo absoluto, pero no deja, por ello, de ser una afirmación de lo terrenal.

Madrid. Bernardo Sanjurjo. Pintura germinal. Círculo de Bellas Artes.

Del 13 de abril al 23 de mayo de 2010.