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Poster Boy, supuestamente detenido

Su detención ha disparado la popularidad de sus impactantes collages mientras aumentan las dudas de si es el joven de 27 años identificado por la policía o si realmente se trata de un «movimiento» callejero.

Internet como plataforma

Además de desconcertar a los usuarios del metro con montajes surrealistas que obligan a detenerse unos instantes, este tipo de obras son ilegales, por lo que su autor ha sido perseguido durante meses por las autoridades locales, pero, precisamente, esa es una de las características de su arte.

Los seguidores de Poster Boy, comparado con el grafitero Bansky, se han multiplicado en los últimos meses y sus obras se puede seguir a través de diferentes plataformas de internet, además de en el metro y las calles de Nueva York.
Después de que Poster Boy publicara en YouTube un vídeo donde explicaba en qué consiste su obra y mostraba, con la cara cubierta, cómo la hace, la policía de Nueva York creyó identificarlo.

El vídeo, colgado el pasado 18 de enero, ha recibido ya casi 800.000 visitas y se ha convertido en el más visto y comentado del mes en el conocido canal de internet.


¿Individuo o colectivo?

Sin embargo, sus amigos y seguidores pagaron una fianza de 750 dólares, por lo que el joven ya está en libertad, según ha publicado el New York Post. Otro diario, The New York Times, que lo describe como «una especie de Zorro anticonsumista”, asegura que ha recibido un correo electrónico en el que se explica que Poster Boy no es una única persona sino «un movimiento».

En la página Friends We Love, que promociona jóvenes artistas de Nueva York, se insiste también en que Poster Boy no es una única persona, sino un movimiento al que podría pertenecer cualquiera. Sin embargo, en el perfil personal que Poster Boy tiene en el sitio de internet Flickr detalla que vive en Brooklyn, que es un «vándalo» de profesión y que uno de sus dos libros favoritos es El Quijote (el otro no se conoce).

Su trabajo supone una evolución del «scratchiti» (del verbo to scratch, rayar o arañar), una disciplina surgida después de que Nueva York aplicara una política de tolerancia cero contra los grafitos y de que sus aficionados optaran por grabar con cuchillas sus firmas «grafiteras» en las ventanas de los vagones del metro.