Gracias a un estilo absolutamente personal, un uso novedoso del color y de las tonalidades, y una temática basada en las complejidades del pensamiento, lo esotérico y los mecanismos del sueño, Redon influyó profundamente en las generaciones simbolistas, fauvistas y nabis, haciéndose un hueco entre los pintores más destacados de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
Su pionera atracción por el mundo de la imaginación y de los sueños, en un momento de primacía del naturalismo, lo convirtió en un pintor al margen. Su apuesta por un lenguaje personal y original hizo de él, durante mucho tiempo, uno de los artistas menos conocidos del cambio de siglo, a pesar de su celebridad en vida y de su fundamental papel en la génesis de los nuevos lenguajes y contenidos del arte moderno.
Sin parangón
El recorrido cronológico de esta exposición parte de sus inicios como grabador bajo la tutela de Rodolphe Bresdin y llega a la época del color y de sus grandes decorados, desde lo que llamó sus Negros, en la atmósfera de los simbolistas, hasta las escenas mitológicas y el incandescente Carro de Apolo, himno a la luz. Este camino seguido por el artista de la sombra a la claridad no tiene parangón en la historia del arte y es presentado en esta muestra a través de la elección de 170 obras maestras de distintas instituciones, que comprenden óleos, dibujos, grabados, paneles decorativos y bocetos para textiles.
Madrid. Odilon Redon (1840-1916). Fundación Mapfre [1].
Del 11 de febrero al 29 de abril de 2012.
Comisario: Rodolphe Rapetti.