Y Alien pesa mucho. Si no tuviéramos en mente aquel extraordinario precedente, Prometheus nos parecería, por fondo y forma, mucho más. Pero la realidad es la que es y aquel octavo pasajero gravita de continuo sobre esta, algo pretenciosa, pero más que digna nueva película.

Scott vuelve a no andarse por las ramas y nos instala ante los avatares de una expedición que guiada por mensajes ancestrales venidos de no se sabe dónde viaja hacia un planeta en el que acaso la raza humana podría encontrar algunas de las claves de su pasado. La explicación del porqué de algunos de sus enigmas.

Imaginación y reflexión

Con el apoyo de Michael Fassbender, que ya demostró en Shame, -un papel en las antípodas de éste-, versatilidad y capacidad para hacer creíble a quien encarna, y un guión que no elude aspectos filosóficos, al margen de algunas imágenes para la historia de la espectacularidad, Scott cumple un reto. Él lo ha dicho: «He hecho las películas que me ha apetecido en el momento en que me ha apetecido. La ciencia ficción me ha interesado de una forma muy especial desde que era un niño. La ciencia ficción nos permite imaginar mundos nuevos y completos, predecir lo que va a pasar, reflexionar sobre el presente y el futuro».

Asumiendo que no es tan redonda como su prima hermana Alien, y achacándole el ya señalado punto de pretenciosidad, Prometheus deja flotanto en el sin-aire del cosmos muchos interrogantes y algunas posibles respuestas, sólo por eso debemos asomarnos a esa inquietante parcela de lo ignoto y aventurarnos en esa especie de vértigo metafísico.

Prometheus
Dirección: Ridley Scott
Intérpretes: Michael Fassbender, Charlize Teron, Guy Pearce, Noomi Rapace, Idris Elba y Logan Marshall-Grenn
EE.UU. / 2012 / 124 minutos