La muestra, coorganizada por Acción Cultural Española (AC/E), el Instituto Valenciano de Arte Moderno y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, con el patrocinio de Iberdrola, reúne 32 pinturas, algunas de ellas de gran formato –hasta 10 metros–, entre las que se incluyen un tríptico y un políptico.
Matta es un artista completo, visionario y precursor de las relaciones del arte con la ciencia y la naturaleza y del papel primordial de éste en el desarrollo integral del ser humano. La característica principal del conjunto de au obra es la complejidad, que pone de manifiesto a través de una infinidad de temas, motivos, formas, colores y medios.
Relación con España
Su relación con España fue muy importante: desde su pertenencia a una familia chilena de origen vasco, hasta su definitivo encuentro con Federico García Lorca, clave para su formación como artista, o la obtención de la nacionalidad española, que le fue concedida unos años antes de su muerte.
Roberto Matta viene despertando un interés cada vez mayor entre las nuevas generaciones, para quienes su arte de “representación de la realidad en estado de perpetua transformación”, con todas sus ambigüedades, violencia y complejidades, es indudablemente precursor.
Por todo ello, esta exposición tiene el propósito de dar una visión lo más completa de su obra, a través de un recorrido por los momentos más significativos de su trayectoria, que no es todo lo conocida que merecería su extraordinaria calidad y complejidad.
Una vida muy intensa
Roberto Matta nació en Santiago de Chile, el día 11 de noviembre de 1911. Cursó sus estudios en la Escuela de Arquitectura de Santiago y en 1933, concluida su formación universitaria, viajó a Europa, conoció a Le Corbusier y durante algunos años trabajó en su estudio. En 1935 residió durante algún tiempo en Madrid, donde gracias a su familia entró en contacto con el mundo cultural y artístico, del que guardó siempre el recuerdo del enorme impacto que le causó Federico García Lorca.
Trabajó, asimismo, en el Pabellón de la República Española de la Exposición Internacional de 1936 en París. Allí conoció a artistas como Picasso –que estaba pintando el Guernica–, Miró, Magritte, o Calder. Por medio de Dalí y gracias a la recomendación que le había dado García Lorca, conoció a André Breton, quien lo invitó a formar parte del movimiento surrealista en 1937, publicando en la revista Minotaure y participando en la famosa Exposición Internacional del Surrealismo de 1938. Durante este período conoció a prominentes artistas contemporáneos, entre los que ocupó un lugar privilegiado Marcel Duchamp, al convertirse en una decisiva influencia en su obra y en una amistad que se prolongaría a lo largo de los años.
La experiencia americana
En 1939 se trasladó a Nueva York, donde sus obras, pobladas de formas biomórficas unidas a su deslumbrante personalidad y a las innovadoras ideas y técnicas de su estilo, le convirtieron en el centro de atención de los pintores de la New York School, como Robert Motherwell, Jackson Pollock, William Baziotes y Arshile Gorky, entre otros, siendo decisiva su influencia en el desarrollo del expresionismo abstracto americano y su papel de puente entre las ideas artísticas europeas y el nuevo arte americano.
En 1948, después de romper con los surrealistas, regresó a Europa y se instaló en Roma. A partir de entonces y hasta su muerte, viajó mucho y vivió entre Tarquinia (Viterbo), a 72 km de Roma, París y Londres.
En 1957, el MoMA de Nueva York realizó una retrospectiva de su obra, que también fue mostrada en Minneapolis y Boston. A lo largo de su vida realizó exposiciones como la que en 1985 tuvo lugar en el Musée National d’Art moderne-Centre Georges Pompidou, de París, y su obra está representada en las colecciones de los museos más prestigiosos de todo el mundo.
Matta continuó trabajando intensamente hasta el final de su vida, dejando un legado que abarca las más diversas disciplinas artísticas: pintura, dibujo, arquitectura o poesía; y que escapa a las categorías habituales, tratando de implicar por completo al espectador en un universo propio en el que aparecen el espacio y el tiempo, la comunicación, la revolución cósmica y la vida de los hombres sobre la tierra; sin olvidar la naturaleza poética, la transformación del inconsciente y del deseo de sus obras más tempranas. Falleció en su residencia de Tarquinia en noviembre de 2002.
Compromiso social Fiel al compromiso social que mantuvo como artista durante toda su vida, se implicó en los movimientos sociales de su tiempo y realizó diversos viajes a Cuba. En 1970 visitó varios países árabes, manteniendo encuentros con artistas e intelectuales del lugar, y pintó también para el movimiento de liberación de Angola. En 1972, invitado por el presidente Allende, regresó a Chile, donde trabajó en murales colectivos y realizó numerosas obras en las que, más allá de describir las realidades sociales, consiguió hacer patentes las “estructuras emocionales”. |
Bilbao. Matta 1911-2011. Museo de Bellas Artes [2].
Del 16 de mayo al 21 de agosto de 2011.
Comisaria: Marga Paz.