Friedrich comenzó su formación artística en Greifswald, su ciudad natal, entonces perteneciente a Suecia, con el profesor universitario de dibujo Johann Gottfried Quistorp y, a partir de 1794, continuó estudios en la Academia de Bellas Artes de Copenhague. En 1798 se instaló en Dresde, ciudad que ya no abandonará, excepto con ocasión de algunos viajes al norte de Alemania y a Bohemia. En 1810 fue admitido como miembro de la Academia de Bellas Artes de Berlín y desde 1824 ejerció como catedrático en la de Dresde.
Pequeñas dimensiones
Este cuadro de pequeñas dimensiones representa un fragmento de paisaje claramente delimitado. En una pradera cubierta de nieve se alza un roble nudoso, cuyas ramas inferiores alcanzan los bordes de la imagen. En último término, se distingue la linde de un bosque, mientras que en primer plano aparece representada una pequeña charca en cuya orilla yacen dos ramas muertas. La tonalidad gris del cielo se corresponde con la de la estación invernal y sólo en la parte superior del lienzo se distinguen algunos fragmentos de cielo azul.
Roble en la nieve está inspirado en estudios muy minuciosos de la naturaleza que Friedrich ejecutó en la ciudad alemana de Nuevo Brandeburgo en torno a 1806 y el 2 de junio de 1809, conservados, respectivamente, en la Nasjonalgalleriet de Oslo (n.º inv. B16069; Bernhard, p. 427) y en el Kupferstichkabinett de los Staatliche Museen de Berlín (n.º inv. Friedrich 28; Bernhard, p. 492). Sin embargo, su depurada técnica y el tema invernal han determinado que Börsch-Supan sugiera que el cuadro no puede ser considerado anterior a 1827. El prolongado periodo transcurrido entre la ejecución de los dibujos preparatorios y la terminación de la obra revela claramente la manera de proceder de Friedrich, quien consideraba los bocetos realizados durante sus viajes, y de gran fidelidad al natural, un repertorio de formas que posteriormente seleccionaba y trasladaba al lienzo según las necesidades de sus paisajes.
Tema frecuente
El tema del roble aparece frecuentemente en la obra de Friedrich en representaciones muy semejantes, por ejemplo en el cuadro del mismo título realizado en 1829 y perteneciente a la Nationalgalerie de Berlín (n.º inv. A II 338). Para Börsch-Supan, quien se ha esforzado con éxito en descifrar el lenguaje simbólico del pintor, el roble es una alegoría de la concepción pagana de la vida. En Roble en la nieve aparece con una expresividad tan inconfundible que este investigador propone interpretarlo como una representación directamente relacionada con el ser humano. A través de las ramas caídas junto a la charca, Friedrich podría querer simbolizar que la vida humana y su poder son fugaces. El cielo, la nieve que empieza a fundirse y la charca representan «el cristianismo, que históricamente sigue al paganismo» (Börsch-Supan 1973, p. 414). A pesar de que este razonamiento tal vez algo simplista no explique completamente las intenciones del artista, no cabe duda de que llega al meollo de la concepción de su pintura. En este ejemplo queda claro de qué manera deben comprenderse los paisajes del pintor protestante. Porque para Friedrich el fin genuino y superior de su arte es la representación del ser humano en relación con Dios, considerado meta y promesa de su fatigoso tránsito por la tierra.
Bilbao. Roble en la nieve. Caspar David Friedrich. Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Del 17 de abril al 8 de julio de 2012. Con el patrocinio de la Fundación Banco Santander.
Roble en la nieve
Óleo sobre lienzo. 44 x 34,5 cm
Wallraf-Richartz-Museum & Fondation Corboud, Colonia