ahonda en la conexión del escultor con el corazón simbolista y la interpretación de la mitología. Rodin y la mitología simbolista presenta una visión renovada de la obra del escultor a partir de 85 piezas, entre esculturas –la mayoría en su versión en bronce- y dibujos. El espectador se encontrará con algunos de los trabajos fundamentales en su trayectoria, como el monumento a Balzac, Los Burgueses de Calais o La Puerta del Infierno, así como numerosos ejemplos de la reelaboración que Rodin hizo de los grandes temas clásicos desde una nueva perspectiva. Desde esta óptica inédita, queda también patente la influencia de Rodin en las diferentes vanguardias que surgieron a principios del siglo XX.
Esta exposición, organizada por la Obra Social “la Caixa” con la colaboración del Musée Rodin de París y comisariada por Miguel Ángel Elvira, se presenta por primera vez en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga, donde se podrá ver hasta el 30 de agosto y posteriormente viajará a A Coruña y Murcia.
Relación con lo simbolista
Rodin y la mitología simbolista ahonda en la relación del artista con la corriente simbolista, movimiento artístico y literario de finales del siglo XIX que contó con la adhesión de nombres tan diferentes como Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Puvis de Chavannes o James Whistler, todos ellos cercanos de alguna forma a Rodin.
Buena prueba de la aproximación de Auguste Rodin a los postulados simbolistas se puede ver en la colaboración que mantuvo con Baudelaire. El escultor ilustró una edición de 1857 de Las flores del mal, un proyecto de síntesis de las artes propio de este movimiento.
Los últimos años del siglo XIX fueron los de máxima difusión del simbolismo, sobre todo después de la aparición del Manifiesto de Jean Moréas (1886) y coinciden con los años de madurez de Auguste Rodin. La exposición presenta algunos de los retratos que hizo a algunos de los escritores, artistas y músicos que protagonizaron esta efervescencia creativa heredera del romanticismo.
Pese al vínculo evidente entre Rodin y el simbolismo, el escultor se mantuvo como un artista libre que definió un mundo estético particular. Para él, el simbolismo era más bien una manera de ver y de pensar, de actuar y de reaccionar ante la vida. Compartió con los simbolistas el sentimiento de nostalgia teñida de pesimismo, pero para Rodin, el amor y la muerte se suman a la pasión por la vida.
La Puerta del Infierno es una obra paradigmática en este sentido. En este proyecto colosal, en el que Rodin trabajó toda su vida, la muerte se presenta como prolongación del mito y del destino del ser humano. Las figuras representadas tienen un destino trágico a la manera de los héroes antiguos. Esta obra también reflexiona sobre la naturaleza salvaje de los seres humanos y plantea una doble visión del amor, apasionado y romántico a la vez.