Por primera vez en una exposición se aborda el nacimiento del género del paisaje hasta su pleno desarrollo, con todos sus protagonistas y con la ciudad de Roma en la cumbre de su esplendor de fondo, en un conjunto de obras maestras que dan cuenta de todos los temas que trataron figuras de capital importancia. Annibale Carracci –padre del nacimiento del género–; Claudio de Lorena y Poussin –artistas cumbre del paisaje que imprimieron un carácter solemne y filosófico al mismo–; Velázquez –que inaugura una manera distinta de mirar la naturaleza– o los demás pintores encargados de realizar la serie de la Galería de Paisajes del Palacio del Buen Retiro, cuya sección se destaca en la muestra por su trascendencia en el devenir del género.
Paisaje, género autónomo
Con una selección de obras muy similar a la presentada en el Grand Palais, y en estrecha colaboración con el Musée du Louvre, es la primera vez que se expone, con la ambición que aquí se trata y un carácter internacional, un conjunto de pinturas de excepcional calidad en el que están recogidos los artistas más sobresalientes y sus obras más significativas para dar cuenta de un tema común a todos ellos, de gran importancia en la historia de la pintura occidental, como es el origen del paisaje cómo género autónomo.
En total, 83 pinturas se pueden contemplar junto a 19 dibujos dispuestos en ámbitos cronológicos, con independencia de la nacionalidad del artista, para poner de manifiesto influencias mutuas y los pasos dados hasta el pleno desarrollo del género a cargo de Claudio de Lorena (Chamagne (Vosgos), h. 1600 – Roma, 1682) y Poussin (Les Andelys, 1594 – Roma, 1665) que protagonizan dos de los apartados más importantes de la muestra, ya que fueron los máximos representantes del género, cuyas obras respectivas permiten el paso definitivo de género menor a una pintura de prestigio reconocido, dotada de características específicas que señalan su singularidad.
A diferencia de la sede del Grand Palais, la sección dedicada a la decoración pictórica del Palacio del Buen Retiro tiene un mayor protagonismo en el Prado, y en ella se muestran algunos paisajes de la colección del Museo normalmente no expuestos, además de una obra del napolitano Salvator Rosa, también perteneciente a la pinacoteca, cuya restauración y estudios recientes han llevado a incorporarla a la Galería de Paisajes encargada por Felipe IV para su palacio, hoy desaparecido.
Laboratorio de experimentación
Para situar el contexto de la exposición es necesario conocer que a principios del siglo XVII Roma se había convertido en un laboratorio de experimentación e intercambio de ideas entre artistas de diferentes nacionalidades. Italianos, franceses, holandeses, alemanes o españoles trabajaron simultáneamente en el mayor centro cultural de Italia, atraídos no solamente por la impresionante arquitectura de sus monumentos sino por las variaciones estilísticas sobre el tema del paisaje que ofrecía el vibrante entorno.
La muestra comienza con cinco obras de Annibale Carracci (Bolonia, 1560 – Roma, 1609), uno de los padres del nacimiento del género, quien elaboró el prototipo del paisaje armónicamente estructurado que, a finales del siglo XVII, mereció el calificativo de “clásico”. Junto a Carracci se exponen obras de artistas del norte de Europa que llegaron a Roma para contribuir de manera decisiva al enriquecimiento del género, como Adam Elsheimer.
Roma, caja de resonancia
Un segundo apartado se centra en la evolución del paisaje boloñés y cómo el ejemplo de Carracci fue posteriormente desarrollado por sus discípulos boloñeses, Domenichino o Francesco Albani, y otros como Guercino o Viola que desarrollaron paisajes menos estructurados y con una fuerte impronta naturalista.
El paisaje nórdico y su proyección europea es el tema de la siguiente sección, la más grande la exposición, con 29 obras de artistas italianos, del norte de Europa y dos españoles, Martínez del Mazo y Velázquez, que fueron clave en el proceso de modernización y desarrollo del nuevo género. Convirtieron Roma en una caja de resonancia para el resto de Europa ya que muchos de los pintores acabarían regresando a sus lugares de origen volviéndose embajadores dentro de su cultura local. Destaca un pintor exquisito y prácticamente desconocido, el alemán Goffredo Wals, que realiza una aproximación a la pintura de paisaje totalmente nueva, incorporando elementos más accesorios y nada reseñables dándoles una relevancia antes inimaginable.
Retiro, Claudio de Lorena y Poussin
La exposición continúa con la Galería de Paisajes del Palacio del Buen Retiro, un apartado que en Madrid cobra una mayor y lógica importancia que en la muestra de París. Se individualiza respecto al resto de los cinco apartados, las paredes de la sala se pintan de otro color y se pone en valor la transcendencia en el desarrollo del género que tuvo el encargo de Felipe IV. La decoración pictórica del madrileño Palacio del Buen Retiro, para la que se encargaron a Roma a partir 1635 un número considerable de paisajes, estuvo condicionada por la alta exigencia de la comisión real. Los artistas estaban obligados a adaptar sus pinturas a unas determinadas medidas dictadas para ajustar las mismas a los huecos presentes entre las ventanas del edificio.
La penúltima sección está dedicada a Claudio de Lorena, uno de los artistas cumbre del paisaje y el más celebrado pintor del paisaje “ideal” con una representación de ocho de sus obras, entre las que figura Vista de la Crescenza del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, cuadro que viaja por primera vez a España.
El recorrido finaliza en Nicolas Poussin, autor que solemniza el paisaje y le confiere un carácter teatral, más filosófico e intelectual. En esta última sección se exponen diez de sus creaciones en las que se percibe un paisaje distinto al de Lorena, no tienen la luz dorada de éste y sus figuras aparecen más grandes. Es el paisaje clasicista por antonomasia en el que trata de evocar el sentido de añoranza de la naturaleza y una visión nostálgica de paraíso perdido como consecuencia del progreso de las civilizaciones. Está reclamando en algunos de sus paisajes una vuelta a la naturaleza y, por tanto, incorpora en su obra mensajes de carácter moral y ético.
Esta muestra ha sido organizada por el Museo Nacional del Prado, la Rmn-Grand Palais (París) y el Musée du Louvre de París.
Conjuntos prácticamente idénticos Las dos sedes de la exposición (Galeries nationales du Grand Palais y Museo del Prado) presentan conjuntos prácticamente idénticos, a excepción de los dibujos, que por cuestiones de conservación varían sustancialmente de una sede a otra. La principal diferencia es la inclusión en Madrid de una sección inexistente en París, en la que se describe el encargo realizado por Felipe IV de una numerosa serie de paisajes destinados a la decoración de su nuevo Palacio del Buen Retiro. En ella participaron los más relevantes artistas residentes en Roma entre 1635 y 1640, cuya influencia fue trascendental en el devenir del género. |
Madrid. ROMA. Naturaleza e Ideal. Paisajes 1600-1650. Museo del Prado.
Del 5 de julio al 25 de septiembre de 2011.
Comisario: Andrés Úbeda de los Cobos, jefe de Conservación de Pintura Italiana y Francesa del Museo Nacional del Prado.
Conferencia extraordinaria. 9 de julio. 19.00 h. El comisario de la muestra impartirá una conferencia extraordinaria que profundizará en la trayectoria de los artistas representados y los temas más relevantes, desde los inicios del siglo XVII hasta la irrupción de Claudio de Lorena y Nicolas Poussin, los dos máximos exponentes del género del paisaje.