Rostros_de_Roma_Livia

La exposición, organizada por el Museo Arqueológico Nacional con piezas procedentes de su colección, ofrece la oportunidad única de contemplar de manera unitaria ejemplos de retratos, bustos, cabezas y sarcófagos que nos desvelan algunos secretos de la sociedad romana, obras que cronológicamente van desde el siglo I a.C. hasta mediados del siglo III de nuestra era.

Esta selección está formada por un excepcional conjunto de retratos imperiales que representan las dinastías más importantes que dirigieron el Imperio: la dinastía Julia-Claudia, la de los Flavios, los Antoninos y los Severos. Destacan en este conjunto las extraordinarias estatuas sedentes de la emperatriz Livia y de su hijo, el emperador Tiberio. A estos se añade un conjunto de retratos privados, entre los que se incluyen piezas relacionadas con el ámbito funerario, como sarcófagos y estelas.

Elemento esencial

El retrato fue un elemento esencial de la cultura romana y una de sus grandes contribuciones artísticas. Fue la imagen del poder, de aquellos que rigieron los destinos del Imperio, pero mostró también la dimensión humana de sus habitantes, del ciudadano. Su uso se extendió por todas las provincias y representó a todas las clases sociales, desde el patricio al liberto, desde el senador al magistrado de una pequeña ciudad provincial.

Rostros de Roma hace un recorrido por la estructura social de la antigua Roma, desde los emperadores (Tiberio, Nerón, Domiciano, Antonino Pio, Lucio Vero, Septimio Severo, Clodio Albino), personajes de sus familias (Livia, Druso Minor, Agripina Minor, Popea), hasta magistrados, sacerdotes y filósofos o personas anónimas en la infancia, plenitud u ocaso de sus vidas.

Del conjunto de piezas expuestas destaca el conjunto de diecinueve retratos imperiales, procedentes de yacimientos de España y otros países del Mediterráneo. La selección realizada por las comisarias de la muestra –Paloma Cabrera y Ángeles Castellano– permitirá apreciar el retrato oficial, con frecuencia idealizado sin dejar por ello de subrayar los caracteres fisonómicos del retratado, y su reflejo en el retrato privado, que imitó modas y trató de ser semejante al primero. Posibilitará, además, de una manera sintética y precisa, apreciar conceptos estéticos y su evolución.

Tres capítulos

La exposición se estructura en torno a tres capítulos. ‘Monarcas y filósofos’, que marca el punto de partida del género en el mundo griego y su influencia en el retrato romano después de la creación del principado. En la Grecia del siglo V a.C. tiene lugar un hecho artístico y sociológico de una importancia trascendental: surge por primera vez el retrato fisonómico. Aunque se concibe bajo estructuras idealistas, se aplican algunas peculiaridades personales del personaje representado y se hacen los primeros intentos de conferir una mínima expresividad a los rostros.

La Grecia del siglo IV a.C. combinará, en un equilibrio perfecto, expresividad e idealismo, realismo comedido y gusto por el “retrato de reconstrucción” destinado a inmortalizar autores trágicos, poetas y filósofos. La novedad conceptual más importante de esta época será la creación del retrato oficial monárquico, ilustrado magníficamente por las efigies de Alejandro Magno que imaginó el escultor griego Lisipo.

El punto de partida del retrato romano son las imágenes “realistas” de graves pensadores ancianos y el retrato monárquico, que se desarrollan largamente en las cortes helenísticas. En época republicana, estos dos conceptos se yuxtaponen en una misma obra: el rostro se representa siguiendo la tradición realista, mientras que el cuerpo sigue las pautas del desnudo heroico. Esta combinación se mantendrá como una constante propia del retrato romano, que se consolidará en la época imperial.

‘Historia Augusta’ recoge los retratos de emperadores y miembros de diferentes familias imperiales y muestra la función del retrato dentro de la política y la sociedad romanas, y el uso que se hizo en los diferentes períodos del Imperio.

Es en época de Augusto cuando se fija el concepto del retrato oficial. Si en la época republicana la multiplicidad de rostros que compartían la esfera pública representaba la oscilación de los bandos que conquistaban el poder, el comienzo del mandato de Augusto el año 23 aC marca la identificación unívoca del princeps con el estado. Este cambio conceptual se refleja en un cambio estilístico. Augusto crea un nuevo modelo de retrato oficial que perdurará hasta Nerón, un modelo clasicista, que el emperador consideraba adecuado para transmitir el mensaje de equilibrio y armonía que quería comunicar a la sociedad romana.

Honrar al ciudadano

La identificación del princeps con el centro de poder del Imperio dio motivo a una gran demanda de retratos suyos, tanto en Italia como a las provincias, que tuvieron como consecuencia la primera industria de la imagen política de la historia. La recepción de la nueva concepción del retrato, y del que la imagen simbolizaba, se sustentó en la rápida difusión del culto imperial.

‘Cives Romani’, en el último apartado, muestra el lugar que ocupaba el retrato en la vida del habitante del Imperio a través de diferentes fases vitales. El retrato romano privado nació en época de la República con una doble función: honraba los ciudadanos que habían destacado en el servicio a la ciudad mediante las esculturas bronce que poblaban los espacios públicos, y mantenía viva la memoria de los difuntos de las familias ilustres de la urbe a través de las denominadas imagines maiorum. Después de la instauración del Imperio, el ocaso de las facciones aristocráticas marcó el fin de la ostentación pública de la imagen privada. No obstante, estas austeras imágenes habían pasado ya a simbolizar la esencia de la romanidad para los habitantes del Imperio.

El ámbito funerario ofrecía a los ciudadanos una gran cantidad de posibilidades para satisfacer sus necesidades de autorepresentación. Las tumbas se convirtieron, a través de las estelas y los sarcófagos, en el lugar idóneo para mostrarse, ya que permitían a prácticamente todas las clases sociales poder estar representadas.

 

Secretos de la sociedad romana

Los parecidos físicos de los miembros de una misma dinastía, la moda en el peinado, en la vestimenta o el lugar en el que fueron encontradas las piezas que se exhiben desvelan algunos secretos de la sociedad romana y muestran tres formas de vida características de los romanos: la de los conquistadores y filósofos; el ámbito de la res política y lo público; y el ámbito privado que conocemos, principalmente, por el arte funerario. Asimismo, la exposición muestra la variedad y calidad de los retratos romanos, los que formaron parte del ornato público de ciudades, los que animaron y prestigiaron la ornamentación de ricas villae, o los que buscaron recordar a los difuntos a través de los monumentos funerarios.

 

 

 

Alcalá (Madrid). Rostros de Roma. Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid.

Del 19 de octubre de 2010 al 30 de enero de 2011.

Comisarias: Paloma Cabrera y Ángeles Castellano.