Dieciséis ciudades españolas aspiraban a este reconocimiento (ningún otro país en la historia de la Capital Europea de la Cultura había presentado un número de candidaturas semejante), de las que nueve se quedaron en el camino el pasado 30 de septiembre: Alcalá, Baleares (candidatura conjunta), Cáceres, Cuenca, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, Santander y Tarragona.
Las seis finalistas deberán presentar antes del 22 de abril próximo su programa completo, que han de elaborar siguiendo las recomendaciones que el Comité de Selección les dio en su informe de septiembre. Con el fin de recabar información más completa para el proceso de selección final, una delegación de representantes –formada por dos miembros nombrados por las instituciones europeas y otros dos designados por España– visitará las ciudades finalistas durante las primeras semanas de junio de 2011.
Se prevé que este Comité vuelva a reunirse para decidir la ciudad que será Capital Europea de la Cultura 2016 antes del 30 de junio de 2011. De ahí saldrá la ciudad española elegida, que compartirá el honor, y los ingresos, con una ciudad polaca en 2016.
El Comité de Selección está formado por 13 miembros, seis designados por el Ministerio de Cultura y siete por las instituciones europeas. Los miembros españoles, que han contado con el preceptivo visto bueno de la Comisión Europea, son Mireia Belil Boladeras, Enrique Cabero Morán, Emilio Cassinello Aubán, Javier Martín Domínguez, Cristina Ortega Nuere y Jordi Pascual Ruiz. Por su parte, el Consejo de la Unión Europea designó a Constantin Chiriac y Erna Hennicot-Schoepges, y los de la Comisión Europea, Manfred Gaulhofer y Robert Scout. Danuta Glondys y Andreas Wiesand fueron nombrados por el Parlamento Europeo. Finalmente el Comité de las Regiones eligió a Elisabeth Vitouch.
En esa primera selección, el Comité expresó su deseo de que las futuras delegaciones de cada ciudad candidata no estén formadas únicamente por representantes del mundo de la política, sino también por miembros de la organización de la candidatura y del ámbito cultural que hayan tenido una importante participación en la propuesta.
Desde 1985 hasta hoy, 33 ciudades han sido capitales europeas de la cultura, entre ellas tres españolas, Madrid (1992), Santiago de Compostela (2000) y Salamanca (2002).
Burgos [2]
El lema de la candidatura, «R-evolución», es una manera de demostrar la necesidad de reposicionar a esta ciudad dentro de España y de Europa. Su programa aspira a convertirse en modelo de transformación de una ciudad de tamaño mediano que sitúa a la cultura como dimensión central de todas las políticas urbanas. Burgos ha aprobado un plan estratégico de cultura y ésta se considera uno de los elementos clave de su estrategia a largo plazo. Su candidatura también incorpora contenidos científicos, principalmente a través del Museo de la Evolución Humana (Atapuerca).
Córdoba [3]
Su candidatura se fundamenta en el importantísimo papel que ha desempeñado la ciudad en la historia de Europa y en el diálogo entre civilizaciones. Su proyecto, asociado a otro de rehabilitación urbana a ambas orillas del río Guadalquivir, se basa en cuatro conceptos esenciales: diálogo intercultural, participación, innovación creativa y sostenibilidad. La ciudad se está transformando, y muchos proyectos culturales están sirviendo para materializar dicha transformación.
La candidatura pretende incentivar todas las fases del proceso cultural: creación, producción, promoción, distribución y consumo, y menciona a las empresas del ámbito cultural como motor para la transformación de la ciudad y, en especial, de la orilla sur del río, la más desfavorecida.
Las Palmas de Gran Canaria [4]
Una candidata situada en una encrucijada tricontinental. Su posición en el Atlántico, entre Europa, América y África, y su gran desarrollo turístico han configurado su carácter intercultural. Un rico paisaje humano en el que se mezclan culturas y gentes que constituyen el día a día de una gran ciudad, capital cultural del archipiélago canario. Su programa está basado en cinco conceptos: creatividad, innovación, desarrollo, educación y cooperación. Su vida cultural se caracteriza desde siempre por la participación activa de los ciudadanos. La candidatura cuenta con el respaldo de las regiones periféricas de la Unión Europea, busca potenciar la dimensión cultural del turismo y está asociada a un importante proceso de rehabilitación urbanística: el Parque de las Creaciones.
San Sebastián [5]
«Olas de Energía Ciudadana» y “Cultura para la coexistencia”. Estas son las dos ideas centrales que resume el alma de la candidatura en un mensaje claro: las personas y los movimientos ciudadanos son el verdadero motor de las transformaciones y de los cambios en el mundo. El programa pretende unir a todos los ciudadanos para promover los valores democráticos y fomentar el respeto a las ideas expresadas de forma pacífica. Además, Donostia puede presumir de su plurilingüismo, de su experiencia como participante en proyectos europeos y de su carácter transfronterizo.
Segovia [6]
Segovia comparte algunas características con un buen número de ciudades europeas, como por ejemplo, la importancia del patrimonio para la imagen de la ciudad, la proximidad a una gran metrópolis (en este caso, Madrid) y la profunda relación que existe entre la urbe y su entorno natural, muy bien conservado. Aspira, con ello, a convertirse en modelo de transformación para este tipo de ciudades.
Su candidatura propone una perspectiva ambiciosa, joven y estratégica, de innovación, apertura y diálogo, donde el ciudadano, las universidades y las empresas deben convertirse en los protagonistas, viviendo con curiosidad, reinventando y redescubriendo nuevos horizontes a través del arte y la cultura para revitalizar la ciudad (Patrimonio Mundial de la UNESCO) y definir su posicionamiento en una Europa amplia y abierta.
Su proyecto está vinculado a una gran rehabilitación urbana que incluye la construcción de numerosas y singulares infraestructuras culturales.
Zaragoza [7]
El Primer Plan Estratégico de la Cultura transformará su modelo cultural en uno más contemporáneo y eficiente. Este cambio pasa por hacer de Zaragoza una ciudad creativa que reconozca en la política cultural uno de los mejores modos de convertirla en una ciudad más abierta y acogedora y que se sirva para transformar su modelo urbano, reforzar su sostenibilidad y mejorar el bienestar de todos los ciudadanos.
Su proyecto gira en torno a cinco grandes temas: “Memoria y celebración”, “La Europa diversa”, “Ciudad y cultura urbana”, “Utopías” y “El vínculo con Latinoamérica”. El proyecto se centra en el liderazgo de la sociedad civil y trata de impulsar la movilidad artística, la formación de redes y los proyectos en pequeña escala. En el programa participan también cinco pueblos de Aragón y varias ciudades situadas a orillas del Ebro.