Las piezas que se exponen, algunas de ellas de grandes dimensiones, revelan un elevado refinamiento y un espíritu cosmopolita, abierto a las principales culturas de América central. En la exposición, el visitante descubrirá esta gran ciudad a través de algunos de los aspectos más notables de su cultura: ideología, poder, arte, sociedad, religión, guerra, tradiciones, vida cotidiana y, por supuesto, la influencia que legó esta civilización a las diferentes culturas prehispánicas.
La muestra, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, llega a CaixaForum Barcelona después de su paso por Monterrey y México D.F. y, entre otras ciudades europeas, por París, Zúrich, Berlín y Roma, donde ha atraído a más de 350.000 visitantes. Posteriormente viajará a CaixaForum Madrid, donde se podrá ver a partir del mes de julio.
El lugar de los dioses
Los principales monumentos de Teotihuacan –la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, unidas por la Calzada de los Muertos, el bellísimo Palacio de los Jaguares o el templo de Quetzalcóalt– son referentes de la cultura universal. Teotihuacan significa en lengua náhuatl ‘el lugar de los dioses’ o ‘el lugar donde se hacen dioses’. Considerada como la mayor ciudad prehispánica jamás construida en el continente americano, fue un centro cultural, político y religioso. En esta gran metrópoli antigua se desarrolló, durante más de 800 años, una de las sociedades más importantes del México prehispánico. Como gran metrópoli, marcó la pauta de la política, el comercio y la ideología en buena parte de Mesoamérica durante el periodo 150 a.C.-650 d.C. Tal fue la magnificencia e importancia de esta urbe que, incluso siglos después de su colapso, era considerada como un lugar sagrado por distintos grupos que migraron hacia el centro de México. Hoy en día sigue constituyendo un elemento fundamental de la identidad mexicana, empeñada desde hace decenios en buscar sus raíces en el complejo entramado de creencias y costumbres de sus culturas antiguas.
Un misterioso final
El fin de la Ciudad de los Dioses sigue siendo un misterio. La evidencia arqueológica –gruesas capas de ceniza halladas en los yacimientos– parece indicar que, hacia mediados del siglo VII, toda el área metropolitana fue arrasada por un enorme incendio.
También existen indicios de revueltas: las esculturas fueron mutiladas y sus fragmentos dispersados por distintas áreas de la ciudad, y las imágenes de jerarcas y sacerdotes fueron destruidas para terminar con la presencia de la élite y sus representantes. Incluso llegaron a construirse muros frente a las escalinatas de las pirámides para indicar la prohibición de acceso para ceremonias y culto a las deidades.
Se han aventurado varias explicaciones para el colapso de Teotihuacan: revueltas internas contra el poder establecido, situaciones derivadas del excesivo aumento de población, bloqueo de las rutas comerciales e invasiones de pueblos vecinos. A todo ello hay que añadir el fatalismo del pensamiento indígena prehispánico: si la génesis del universo es obra de los dioses, también ellos determinan el final de su creación. El disco de la muerte, mutilado en la acción destructiva contra la ciudad, evoca de forma concluyente el terrible final de una gran civilización.
400 piezas reunidas por primera vez
Teotihuacan, Ciudad de los Dioses presenta más de 400 piezas arqueológicas que proporcionan una completa visión de esta cultura. Las obras proceden de los principales museos pertenecientes al Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, entre los cuales destacan el Museo Nacional de Antropología, la Zona Arqueológica de Teotihuacan y el Museo del Templo Mayor. Las obras de estas colecciones se complementan con otras procedentes de colecciones privadas, como la que el pintor Diego Rivera reunió en el palacio de Anahuacalli.
Entre estas obras, el visitante encontrará pintura mural, esculturas en piedra, estatuillas trabajadas en obsidiana, bellos recipientes de cerámica, suntuosos ornamentos de joyería prehispánica y máscaras rituales –algunas recubiertas de turquesa–, además de figurillas de animales mitológicos de gran importancia en Mesoamérica, como el jaguar y la serpiente, elaboradas en diversos materiales.
Las piezas revelan un elevado refinamiento. Se incluyen desde los objetos localizados en los albores del siglo pasado hasta los más recientes descubiertos en el Palacio de Xalla, al norte de la Pirámide del Sol. Entre las piezas destacan el Gran Jaguar de Xalla, una fachada escultórica (descubierta hace pocos años) que conserva gran parte de su policromía; y el llamado Disco de la Muerte, figura en piedra que alude al misterioso fin de esta antigua civilización.
Seis ámbitos
Los seis ámbitos de la muestra presentan no solo obras de arte, sino también objetos de uso cotidiano para ofrecer al visitante una inmersión lo más completa posible en esa cultura.
1. La construcción de la ciudad. Una metrópoli de 22,5 kilómetros cuadrados
Este ámbito ilustra el desarrollo urbanístico de la ciudad, las características constructivas y los utensilios utilizados para construir edificios como las pirámides de la Luna y del Sol, centro ceremonial de la metrópoli. Desde épocas muy tempranas (fase Tzacualli o Teotihuacan I, 1-150 d. C.), Teotihuacan empezó a convertirse en una gran metrópoli. El eje principal era la denominada Calzada de los Muertos, que atravesaba la ciudad en dirección norte-sur y comunicaba la Pirámide de la Luna con la Ciudadela y el Gran Conjunto, un espacio abierto identificado como el mercado de la ciudad.
Los edificios más conocidos de Teotihuacan son las pirámides de la Luna y del Sol, con su estructura de enormes muros pétreos inclinados: los taludes. Y sobre cada talud, una plataforma o tablero. Desde Teotihuacan, el sistema de construcción talud-tablero se extendió hasta el sur de Mesoamérica.
En la fase Miccaotli o Teotihuacan II (150-250 d. C.), la ciudad alcanzó su máxima extensión (22,5 km2). El núcleo central acogía las áreas de actividad económica y política, una zona que compartían el mercado y la Ciudadela y donde destacaba, por sus dimensiones colosales, el Templo de la Serpiente Emplumada. Se cree que la ciudad estaba totalmente cubierta de estucos pintados.
2. Política, jerarquía y comercio. ¿Soberano o soberanos?
¿Cómo se gobernaba? Existe un debate abierto en torno a ese tema. Unos postulan un sistema social y político basado en las decisiones de varios gobernantes, y otros sugieren un gobierno unipersonal. En cualquier caso, parece ser que los mandatarios se mantenían en el anonimato. Sacerdotes, comerciantes, embajadores y militares aparecen representados en la pintura mural y en la cerámica, pero dichas representaciones destacan sus tareas y oficios, y no prestan atención al individuo en sí.
En el mundo teotihuacano, guerra y comercio estaban estrechamente relacionados. Caravanas de mercaderes, embajadores y guerreros recorrían cientos de kilómetros para comprar y vender materiales de uso cotidiano: cerámica, telas y piedra de obsidiana. Los materiales lujosos, como plumas de quetzal, mica y jadeíta eran utilizados para sellar alianzas estratégicas.
La sociedad estaba dividida en cuatro estamentos: la clase dominante, con grandes privilegios, controlaba la religión, la educación y la justicia; los guerreros estaban especializados en el empleo de las armas y en el arte de la estrategia; los comerciantes y artesanos eran esenciales en la actividad económica de la ciudad; y el pueblo llano se dedicaba a la agricultura o a las pesadas labores de construcción.
3. El panteón teotihuacano y el culto religioso. Sacerdotes y príncipes
La jerarquía religiosa ejerció un papel fundamental en la Ciudad de los Dioses. En todas las construcciones existían espacios destinados al culto, desde patios domésticos hasta grandes plazas, que podían albergar a miles de personas.
El panteón de deidades era muy similar al de otras culturas del área mesoamericana. De hecho, gran parte de las deidades adoradas en Teotihuacan siguieron siendo veneradas muchos siglos después de la decadencia de la ciudad en distintas regiones del México antiguo.
En este ámbito se ilustran ritos, divinidades y cultos funerarios. Las dos deidades principales eran Quetzalcóatl –la serpiente emplumada– y Tláloc –dios de la lluvia y la fertilidad–, representados con sus característicos atributos en vasijas, cerámicas, esculturas y pinturas murales. Otras deidades, como Huehuetéotl, el dios del fuego, o Xipe Totec, «nuestro señor descarnado», solían estar presentes en el interior de las casas mediante esculturas de piedra y barro.
El papel de los sacerdotes era tan importante que durante muchos años los investigadores creyeron que constituían el estrato más elevado de la sociedad. Hoy en día se considera que los sacerdotes estaban al servicio de una clase política mucho más compleja.
4. Los señores. Vida de palacio
Las excavaciones realizadas a principios del siglo XX permitieron identificar por vez primera las habitaciones de un palacio, al sur de la Pirámide de la Serpiente Emplumada.
Los palacios eran construcciones multifamiliares con habitaciones agrupadas en torno a patios de distintos tamaños. Cada palacio estaba rodeado por un muro perimetral que servía como protección y control de acceso. En su interior vivían la familia propietaria y sus asistentes: guardias, artesanos y mercaderes. Las habitaciones estaban distribuidas en función del nivel social y la cercanía al cabeza de familia.
Las habitaciones con techo estaban decoradas con pinturas murales que aludían a las actividades que se desarrollaban en ellas. Los patios permitían la entrada de la luz solar y también servían para recoger el agua de lluvia, que, a través de un sistema de conductos y canales, se acumulaba en cisternas. En los tejados se colocaban almenas y remates arquitectónicos con decoraciones geométricas o de animales para dar identidad al conjunto.
5. El arte de los talleres teotihuacanos. El canon del poder
Teotihuacan se convirtió en un centro artístico de primera importancia. En la Ciudad de los Dioses se realizaban decenas de actividades especializadas, en función de un elaborado simbolismo. El Estado teotihuacano establecía el canon artístico para cada una de las artes: talla en piedra, hueso y concha, cerámica y pintura mural.
Las esculturas de figuras humanas seguían un único patrón estilístico que se reflejaba en la manufactura y en las proporciones de cuerpo y rostro. Los diseños de la pintura mural fueron variando ligeramente en cuanto a colores, tonos y líneas de expresión. Pero siempre se observan las mismas constantes y un uso similar de los materiales, como por ejemplo la mezcla de mica en la pasta del estuco.
La llegada de inmigrantes de distintos lugares de Mesoamérica, atraídos por su esplendor, supuso la introducción de nuevas técnicas y estilos. En el Barrio Oaxaqueño es fácil encontrar elementos característicos del arte de los valles centrales de Oaxaca, como las urnas funerarias y la cerámica gris.
6. Las relaciones con Mesoamérica. Conquistadores y comerciantes
El Estado teotihuacano constituyó la organización política compleja más temprana del México antiguo. Dominó el altiplano central y estableció redes comerciales, diplomáticas, políticas y militares con muchas otras regiones de Mesoamérica. Los estudios arqueológicos permiten conocer la importancia de dichas relaciones.
Toda el área del altiplano central, con la excepción de Cholula, siguió los patrones arquitectónicos y rituales de Teotihuacan. En la costa atlántica, en el área de Matacapan, los ejércitos teotihuacanos establecieron una colonia militar. En cambio, con la costa del Pacífico y el Estado de Guerrero únicamente se produjeron intercambios comerciales.
Durante el periodo de mayor esplendor de la cultura teotihuacana (350-550 d. C.) se establecieron relaciones diplomáticas con Monte Albán, en la actual Oaxaca. Los inmigrantes del sur llegaron a formar un barrio en la Ciudad de los Dioses.
En Kaminaljuyú, Tikal y otras ciudades mayas, grupos armados procedentes de Teotihuacan influyeron en la vida política hasta el punto de imponer nuevas dinastías. La influencia fue también cultural, y puede apreciarse en estelas, cámaras funerarias y pinturas murales de la ciudad de Petén, cerca de la frontera con Guatemala.
Una cultura desde todos los puntos de vista ¿Cómo era la vida en Teotihuacan? ¿Cómo eran los hombres y mujeres que la habitaban? ¿Cómo se organizaba la sociedad? ¿Cuáles eran sus creencias? ¿Por qué se produjo su declive? La exposición propone algunas respuestas a estas preguntas, abordando la cultura teotihuacana desde todos los puntos de vista: la arquitectura y el urbanismo; la política, la guerra y la economía; las creencias y los rituales; la vida en los palacios y en las calles de la ciudad, y las relaciones con las culturas de su entorno. La muestra sigue el recorrido planteado por el arqueólogo Felipe Solís, comisario de la exposición y una de las máximas autoridades sobre el mundo prehispánico, que murió un mes antes de la primera inauguración en Monterrey. |
Barcelona. Teotihuacan, Ciudad de los Dioses. CaixaForum Barcelona.
Hasta el 19 de junio de 2011.
Comisario: Felipe Solís (fallecido en 2009).
Dirección científica: Miguel A. Báez.
Ciclo de conferencias
¿Cómo se vivía en Teotihuacan? ¿Qué nos dicen las excavaciones arqueológicas?
- Lunes 23 de mayo, a las 19.30 h. Natàlia Moragas Segura.
La arquitectura, la pintura mural y otras manifestaciones artísticas en Teotihuacan
- Lunes 30 de mayo, a las 19.30 h. Victòria Solanilla Demestre.