¿Qué hubiera sido de la Madonna de Miguel Ángel, de El astrónomo de Vermeer, del Retablo de Gante de Jan Van Eyck o de la Mona Lisa, cuya sonrisa cambió de paradero en seis ocasiones entre 1939 y 1945? Sin la heroica labor de aquellos guerreros del arte hoy probablemente se hubieran perdido.
La tragedia de la Segunda Guerra Mundial afectó también al patrimonio artístico europeo que fue víctima de la barbarie, el pillaje y el saqueo. En pleno delirio, cientos, miles, de obras de arte fueron sistemáticamente saqueadas. Más de cinco millones de objetos fueron confiscados y trasladados a los territorios del Reich durante los primeros años de la contienda.
Devolver a su legítimo lugar
Ante tal situación y cuando la guerra encaraba su fase decisiva, los Aliados crearos la Sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos, en la que hasta 1951 trabajaron en torno a 300 personas de 13 nacionalidades. Esta especialísima brigada estaba integrada por algunos militares pero, sobre todo, por directores de museos, historiadores, conservadores, profesores y amantes del arte. Sus conocimientos permitieron recuperar, catalogar y devolver a su legítimo lugar cuadros, esculturas y retablos y proteger iglesias y edificios de interés artístico.
Casi siempre a contrarreloj, The Monuments Men salvaron de la destrucción un legado cultural cuya pérdida hubiera sido una irreversible catástrofe para la humanidad. Arriesgando sus vidas y, en algunas ocasiones, perdiéndola, cada una de aquellas personas se convirtió, desde el epicentro de la desolación, en héroe. Este libro nos cuenta su odisea y nos hace comprender la inmensa deuda que tenemos con aquella milagrosa brigada.
The Monuments Men
Robert M. Edsel con Bret Witter
Traductor: David Paradela
Ediciones Destino
565 páginas