En la presentación de la muestra, el conselleiro destacó la importancia de la máquina de escribir como “uno de los inventos esenciales de los últimos 150 años, que cambió para siempre jamás las formas de comunicación y trabajo de los seres humanos”.
Curioso recorrido
Typewriter propone un recorrido lleno de curiosidades, anécdotas, piezas únicas e históricas, teclados en japonés, en braille o encriptados y utilizados para espionaje. El responsable de Cultura recordó que “cada vez que utilizamos un ordenador estamos trabajando con un teclado qwerty, muy similar a la disposición que patentó Cristopher Sholes en 1873”. “La máquina varió el modo de trabajar, pero también la manera de enfrentarse a la lengua y a la creación literaria. La mejora en el soporte incrementó la preocupación de la gente por una corrección en el mensaje y en la escritura”, añadió.
Comisariada por David Barro y Alfredo Sirvent, los visitantes encontrarán en esta muestra desde la primera máquina fabricada industrialmente hasta piezas tan curiosas como máquinas de escribir música, estenotipias, de escritura para ciegos, de escritura encriptada para espías, decoradas en oro o nácar, de abecedario japonés, árabe, ruso o máquinas con símbolos nazis, etc.
Colección gallega
La exposición procede de la Colección Sirvent, que dispone de unas 3.500 máquinas de escribir, de las cuales 2.500 están preparadas para su normal funcionamiento gracias a un restauración rigurosa. De entre ellas se seleccionaron 140, elegidas según su relevancia o singularidad histórica.
La exposición se complementa con obras de artistas contemporáneos como Ignacio Uriarte, Misha Bies Golas o José Lourenço, intervenciones site-specific como la del artista Jorge Perianes, y con una significativa selección de carteles publicitarios, cajas originales de cintas de escritura, además de otros instrumentos como protectores de cheques, afialápices y curiosos métodos de mecanografía.
El punto de partida de la muestra es la emblemática Sholes & Glidden (1873), conocida como The Type Writer, la primera máquina de escribir fabricada de forma industrial y que trabajaba únicamente con mayúsculas, una máquina que se suministraba con una mesa que recuerda a la de las máquinas de coser.
Oro y nácar
El visitante podrá ver también una Crandall-New Modell (1884), con decoraciones en oro y nácar y con un cilindro impresor en vertical. Otras de las piezas más curiosas son la alemana Thürey (1909), que se asemeja a un instrumento musical y de la que sólo se conocen seis en todo el mundo; la Brooks (1887), que imprime de atrás hacia delante; la Polygraph (1903), una de las más buscadas por coleccionistas de todo el mundo y que en teclado corvo sólo se fabricó el modelo aquí presentado; la Odell modelo 1A (1887), fabricada con pies en forma de garra; o la Columbia (1885), que utilizó un sistema de espaciado proporcional que daba el espacio según el tamaño de la letra.
Esta exposición también permite entender el paso que supuso la máquina de escribir para el ingreso masivo de la mujer al mundo laboral como dactilógrafa, lo que curiosamente se reflejó en el nombre de muchas máquinas de escribir que tomaron nombre femenino, lo que resulta significativo también en la exposición a partir de carteles de diseño donde se destaca la independencia que daban las máquinas y la frescura que significó para la mujer que pudo también así acceder a posiciones administrativas más altas en importantes casas de negocios.
Para el catálogo de la exposición Typewriter. La historia escrita a máquina se seleccionaron un total de 180 máquinas que amplían el sentido de la exposición, acompañadas de textos de filósofos expertos en máquinas de escribir como Richard Polt o Arturo Leyte, así como de los comisarios David Barro y Alfredo Sirvent.
Santiago de Compostela. Typewriter. La historia escrita a máquina. Cidade da Cultura [1].
Del 24 de junio al 9 de octubre de 2011.
Comisarios: David Barro y Alfredo Sirvent.