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Paisaje alemán en el Romanticismo

La muestra, organizada en colaboración con el Museum Kunstpalast de Düsseldorf [1], reúne 20 dibujos y acuarelas de paisajes, género pictórico que gustó mucho a los artistas románticos y en el que encontraron un medio de expresión idóneo para plasmar sus sentimientos y estados de ánimo.

Todas las obras proceden del museo alemán, que custodia una importante colección de obra gráfica de los principales pintores románticos germanos. En esta selección hay obras de algunos de los representantes más destacados del movimiento romántico en Alemania, entre los que se encuentran Caspar David Friedrich, Carl Gustav Carus o Adolf von Menzel. El Museo propone, a través de las obras expuestas, un paseo por una diversidad de modos de observar e interpretar el paisaje en el siglo XIX.

Dos ejes fundamentales

La muestra se articula en torno a dos ejes fundamentales: los territorios que hoy componen Alemania como cuna del movimiento romántico, desde el punto de vista estético, filosófico y literario; y el género del paisaje como el gran abanderado de éste y el mejor traductor de la sensibilidad romántica. Para ello se presenta una variada selección de obras de algunos de sus representantes más destacados en distintos momentos cronológicos, con una gran variedad de lenguajes e interpretaciones.

Una de las principales novedades que trae consigo el Romanticismo en el campo de las artes plásticas es que por primera vez se le otorga al paisaje protagonismo como género en sí mismo. Es considerado, por fin, tema de la obra de arte, sin la necesidad de servir como telón, marco o acompañamiento de otros asuntos narrativos. El artista romántico encuentra en el paisaje la forma de expresión más idónea para plasmar con toda libertad sus sentimientos y su experiencia individual.

Triunfo de la subjetividad

Este triunfo de la subjetividad, tan vinculada al pensamiento romántico, hace que el paisaje esté sujeto al estado anímico y a la profunda espiritualidad que genera el respeto del hombre por la naturaleza, ante cuya magnitud se siente insignificante, de manera que cada una de estas obras se convierten en «espejos del alma» del artista que los creó, que buscan a su vez empatizar con la del espectador.

En esta exposición queda patente, además, cómo la nueva sensibilidad del Romanticismo, con su componente de libertad creadora, encuentra en el dibujo su mejor vehículo de expresión. Asistimos así, durante esta época, a un extraordinario desarrollo de la técnica del dibujo, que se valora como obra de arte, superando con ello su anterior consideración como disciplina auxiliar o preparatoria, según marcaba el método tradicional de enseñanza académica.

Música para acompañar

Con la idea de complementar la visita a la exposición, el Museo ha creado una lista de reproducción en SPOTIFY [2], que el público podrá descargar en su smartphone, con piezas musicales alemanas seleccionadas por Pablo Toledo, violinista residente, que propone un paseo sensorial y estético por la Alemania del siglo XIX.

Además, para el montaje expositivo, un grupo de estudiantes de Bellas Artes han colaborado con el Museo con una performance de arte contemporáneo [3] que enlaza con la exposición. Una acción creada por los artistas Sergio Martín Blas y Gabriel Carrascal Aguirre, consistente en la ejecución de un mural colectivo sobre las paredes de la sala, con líneas verticales que evocan los árboles de un bosque alemán.

 

Madrid. Los espejos del alma. Paisaje alemán en el Romanticismo. Museo del Romanticismo [4].

Del 18 de diciembre de 2012 al 31 de marzo de 2013.

Comisarios: Gunda Luyken y Asunción Cardona Suanzes.

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