Fundada como tal en el 2000, los 320 metros cuadrados de esta galería –avalada por la nutrida formación en educación artística, filosofía, bellas artes y pedagogía de su director–, son ocupados durante este mes por esta muestra de Robert Wilson (1941, Waco, Texas), reconocido, admirado y apremiado dramaturgo, que se erige como hito renovador del teatro contemporáneo, más concretamente del Teather of images (corriente escénica experimental de los setenta que supuso el punto de partida de la polinización entre la danza, el teatro, las artes visuales, la música, la cultura pop del entretenimiento, la tecnología y las performances).

Famosísimas son obras como The life and times of Sigmund Freud (1969), Einstein on the Beach (1976), transcendental opera compuesta por Philip Glass; o The Civil Wars: a tree is best measured when it is down (1983), pieza que le valió la nominación al Premio Pulitzer de Teatro. La devoción absoluta en este campo contrasta drásticamente con el desconocimiento que de él se tiene como artista visual. En España por ejemplo, no se había celebrado nunca una muestra de sus trabajos, hasta la primavera pasada en las salas municipales de Valladolid (Voom Portraits).

Vídeo-retratos con personalidad

La muestra actual es parte de un proyecto en el que el artista lleva inmerso los últimos cinco años. Vídeo-retratos de personalidades del cine (Steve Buscemi, Isabella Rosellini), el espectáculo (Dita Von Teese), el deporte (Byamba Ulambayar), el arte (William Pope. L), personas cotidianas y animales (Búhos) presentados su mayoría en pantallas de alta definición, disposicón vertical y tamaño casi natural. Aquí Wilson, lleva su complejo uso estético del lenguaje, imagineria y sonido teatral a la creación retratística. Al igual que en el teatro, se materializa una especie de acontecer surreal, en el que nada define un espacio tangible y donde todo es escultura.

Es realmente interesante como logra introducir y situar al sujeto en una narrativa de construcción apropiada. Los colores parecen cobrar vida propia con su estridencia y autonomía a partir de los fondos, los trajes, objetos y maquillajes. Todo se une para alumbrar una puesta en escena pomposa, mágica y encantadora, oscilante entre la imaginería del circo, los anuncios publicitarios, las ilustraciones infantiles, los dibujos animados, las mitologías barrocas de Mathew Barney y alguna escena de Lynch. El acertado montaje autoriza y regala la soberanía y protagonismo a cada retrato.

Las luces bajas permiten hacerlas emerger como apariciones eclipsando y casi anulando la existencia real del espacio galerístico. La escala cercana a la real unida a la verticalidad, los movimientos (leves y severos, centrados más en el contraste que en la fluidez, herencia de Merce Cunningham, fusionada con la usual técnica del slow motion), la ambientación sonora (ruidos y música conforman un reino acústico al margen de la imagen, a la que potencia y aisla) y la edición rigurosa, participan a conformarlas como ventanas a otro mundo.

Documentos actuales

Resulta muy interesante el juego que se establece entre la fotografía (lo parecen en un principio, a modo de cajas de luz) y el video. Entre naturaleza muerta y (una) realidad.

Artista plenamente sumergido en el hacer posmodernista, tanto en el crear superponiendo diferentes disciplinas artísticas como y sobre todo, en ese dejar abierta al público su interpretación. Él asume el papel de creador, y el público ha de descifrar, si es que necesita encontrar un mensaje más allá de conformarse con la propia poesía de las imágenes.

Obras que han sido descritas por el mismo autor como documentos de nuestro tiempo, sin embargo, debemos nosotros considerarlos bastante más que eso una vez filtrados por el tamiz de su personal visión estética.

Berlín. Robert Wilson. Vídeo Portraits. Thomas Schulte Galerie.
Hasta el 13 de marzo de 2010.