El árbol de los frutos diferentes dibuja un paisaje que se construye desde una geometría del imaginario e incluye piezas realizadas entre los años 1992 y 2010, algunas de ellas nunca antes expuestas, adentrándose en aspectos poco conocidos de su trabajo.
La filosofía del artista
El título de la exposición sintetiza buena parte de la filosofía del artista, basada en la metáfora de un árbol cuyas ramas conectan elementos muy dispares entre sí, que se extienden en el espacio, formando una única estructura con aspiraciones infinitas. El árbol de los frutos diferentes que plantea el artista nada tiene que ver con la representación del paisaje, ni mucho menos con la imagen del árbol del paraíso, sino que se trata de una estricta construcción mental. El artista dispone los elementos que construyen el árbol sobre un panel imaginario que se extiende por todo el muro, convirtiéndolo en parte misma de la obra.
En el texto del catálogo, Martí Peran habla del arte de tabular, entendiendo tabular como disponer y distribuir los elementos sobre el espacio disponible, como si se tratara de una constelación secretamente ordenada. Las formas diminutas, aunque independientes y cargadas de contenido, adquieren nuevos significados al incorporarse a una construcción mayor. El resultado de esta suma es una estructura de lógica fractal en la que los distintos elementos se repiten y se desdoblan hasta crear secuencias visuales y nuevas formas gramaticales.
Reflexión teórica
El trabajo de Yamandú Canosa es el fruto de una reflexión teórica basada en la incapacidad de comprender el mundo mediante su representación, lo que le lleva a la necesidad de extenderlo sobre grandes paneles. La herramienta definitiva que le permite resolver la dialéctica entre un mundo troceado y su comprensión dispersa y extendida sobre el panel es La línea h, la habitual línea con la que distribuye sus composiciones en dos hemisferios. Aunque juega con la idea convencional de horizonte, La línea h no pretende articular un paisaje, sino que opera como un eje sobre el cual se consuman las afinidades entre los elementos y como límite sobre el cual el mundo de las apariencias convive con el juego de la imaginación.
Yamandú se instaló en Barcelona en 1975. Exposiciones como las que realizó en la galería Joan Prats en 1980 y en 1983, Bèstia en el Palau March en 1984, Hotel Nada en el Centre d’Art Santa Mònica en 1993 y Nuevas Canciones en 2004, entre otras, confirman su inscripción en la escena cultural de la ciudad. Un cierto nomadismo lo ha llevado a desplazarse por Europa y EE.UU., pero siempre con una escala más o menos prolongada en su Montevideo natal, donde se le concedió en 2007 el Premio Pedro Figari en reconocimiento a su trayectoria. Su actividad como docente en la Escola Eina, la Escola Massana de Barcelona y el Otis College of Art de Los Ángeles, y su dedicación a la Associació d’Artistes Visuals de Catalunya (AAVC) y a la creación del proyecto Hangar, manifiestan que su compromiso con la cultura va más allá de su práctica como pintor.
Barcelona. Yamandú Canosa. El arbol de los frutos diferentes. Fundación Suñol [1].
Del 8 de abril al 10 de septiembre de 2011.